Desde el comienzo de la clase, Aída nos hizo partícipes de todas las actividades. Así que no solo trabajaron los alumnos, sino que los profes también. Me pareció una idea genial y a los alumnos les motivó muchísimo.
Aída empezó la clase proyectando un vídeo en el que se podían visualizar las rutinas diarias. Cuando terminó el vídeo, pidió a los alumnos que enumeraran todas las acciones que habían visto en el vídeo y les preguntó a qué se referían todas esas acciones. Evidentemente, el tema era ‘Daily routine’.
Luego llegó la parte más divertida de la clase - jugamos a un juego que consistía en identificar una rutina a través de la definición. Aída dividió la clase en dos equipos y si los integrantes del equipo sabían de qué rutina se trataba, tenían que levantarse. (Cuantas más personas del equipo se levantaran, más puntos obtendrían en el caso de que la respuesta fuera correcta, de lo contrario, se les quitaría el mismo número de puntos). El equipo contrario tenía que elegir a una persona de los que se habían levantado para que dijera la respuesta. Nos divertimos muchísimo y los alumnos estaban muy motivados.
Después Aída nos entregó a todos unas hojitas con imágenes de las diferentes rutinas diarias para jugar al bingo. Tengo que decir que no sólo se divirtieron los alumnos, los profes también nos lo pasamos fenomenal. Estoy segura que, después de estas actividades tan entretenidas, los alumnos habrán aprendido y reforzado el vocabulario muy bien.
Para terminar la clase, tuvimos que escribir tres rutinas, incluyendo los adverbios de frecuencia, dos de las cuales fueran ciertas y una no. Los alumnos tenían que adivinar cual era la falsa.
Fue una clase muy amena y divertida, a mí me encantó y pude comprobar que, a pesar de ser un nivel bajito, los alumnos pueden aprender divirtiéndose. ¡Gracias, Aída!
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